Andrés Nusser: el metrónomo detrás de Astro

viernes, 12 de abril de 2013 14:13 Publicado por las volas de la javi

Andrés Nusser: el metrónomo detrás de Astro


La música ha sido su norte desde los 6 años, hoy le dedica la mayor parte de su tiempo. Nació en Osorno, de donde saca imágenes para sus letras, pero no volvería a vivir allá. Ha crecido mucho como persona de la mano de su banda Astro. Su próximo destino: Lollapalooza Chicago.


Andrés Nusser llega a la plaza Perú a las doce del día. No pasa desapercibido con su gorro
de lana verde y su pelo rubio hasta los hombros, va esquivando ternos grises sobre una
bicicleta amarilla con azul. Está nublado, Andrés lleva anteojos de sol y una chaqueta de
jeans oscura que se encontró después de un show y nadie la reclamó.
Caminamos hasta el café “Kaffa”, donde se pide un Latte. De fondo suena una canción
de Amy Winehouse. “Hoy, más que cantante, soy productor musical”, asegura. No tiene
guitarra en su casa. Está dedicado de lleno a hacer discos, para él y para otras bandas.
“Lo que más hago es música para mí, música que no está publicada, pero que estoy
acumulando como loco”. Admite que tiene ganas de hacer algo en inglés como para
abrirse al mundo y que por ahora no publica porque no siente la necesidad.
Andrés Cristóbal Nusser Schmitz tiene 29 años y canta con un timbre de voz muy agudo.
“Hubo una época donde cantar agudo era como cool y siempre me gustó”, cuenta el
vocalista. Creció escuchando grupos como Yes y Blind Faith. Recién ahora, tras haber
estudiado canto lírico y canto popular, puede subirse al escenario y no preocuparse por
detalles técnicos de articulación muscular. “Ya no tengo que pensarla, pero hasta hace
cuatro años me costaba mucho”, confiesa.
Nació y vivió hasta los 19 años en Osorno, lo echaron del Colegio Alemán y se fue al
San Mateo. Los estudios no eran su fuerte, la música sí. “Andrés siempre ‘se corría’ de
clases en la tarde y se quedaba tocando guitarra”, recuerda su hermana Macarena.
Estudió dos años en la Escuela Moderna de Música, reprobó un ramo, frustrado se salió
y empezó a estudiar con profesores particulares. “Las escuelas de música son asesinas
de la creatividad”, asegura el artista. Karin Schmitz, su mamá, cuenta que Andrés dio un
salto gigante: “de desordenadito y bueno para la vida nocturna, pasó a ser metódico,
perseverante, trabajólico, ordenado y tremendamente autoexigente. Esto ha llevado
a Astro al peldaño en que está hoy”. Desde que empezó Astro, Macarena también ha
notado una serie de cambios en su hermano. “Es un Andrés mucho más maduro, menos
impulsivo y ordenado a morir; súper organizado y eso te lleva a ser una persona pacífica.
Todo tiene su ritmo, ya no se altera por tonteras”, explica.
Nusser tiene seis hermanos: una hermana del matrimonio de sus papás, dos del segundo
matrimonio de su mamá y tres más de la relación de su papá con su segunda mujer. “Los
tuyos, los míos y los nuestros”, bromea. Vive en un departamento en la calle Ebro con su
polola Florencia Ugalde, “la Toti”. No tiene ganas de volver a Osorno, pero echa de menos
a su papá y ha pensado en quedarse -más pronto que tarde- unos meses allá, “mi viejo se
está poniendo viejo”, dice Andrés. Su mamá es más cercana, lo regalonea y lo contiene.
Karin reconoce ser una mamá chocha: “es un hijo maravilloso, tremendamente sensible y
cariñoso”. Ella lo apoya, la música los une y juntos grabaron una canción que ella escribió.
“Lo que ha sido clave es la pasión y el amor de Andrés por la música. Levantarse cada
mañana a hacer lo que más te gusta te catapulta hacia arriba”, afirma Schmitz.
Los fines de semana cuando tiene tiempo va al parque o se junta con Macarena.
“Tratamos de juntarnos lo más posible, nos apañamos cuando lo necesitamos, somos full
amigos, hacemos asados o la copuchamos un ratito a la hora del té. Todo esto cuando
mi socio puede, porque últimamente anda muy ocupado”, señala la Maca. En la semana
no suele salir de fiesta y solo “carretea” cuando toca con Astro. En los shows hay harto
alcohol. ¿Su trago? El whisky solo. Se saca los anteojos oscuros y toma un sorbo de café.
Las drogas y los shows para él no son compatibles, “son riesgos, arriesgas la integridad de
lo que estás mostrando”, aclara el vocalista.
La invitación más asombrosa e inesperada desde que empezó Astro, fue al Vive Latino
2010. Eran una banda muy nueva, tenían apenas un año. “Nos fue más o menos porque
no sabíamos nada en términos técnicos. Cuando eres chico y te hacen una invitación así
de grande hay muchas energías encontradas fluyendo por tu cuerpo. Cosas que te van a
traicionar, nervios”, explica. Sin embargo, hoy se siente tranquilo, seguro y preparado
para enfrentar su próximo desafío: Lollapalooza Chicago, el 2 de Agosto. “Estoy pleno
respecto a qué es lo que hay que hacer para que ese show salga bien”, asegura Andrés.
“Ya venimos con la pista aceitada”, agrega. En términos técnicos y artísticos siente que ha
avanzado, aunque admite que antes de subirse a tocar va a estar nervioso. Lo que menos
le gusta de esta invitación es tener que andar en avión. No por miedo a volar, sino porque
mientras viaja no puede producir. “Me carga perder el tiempo”, asegura.
Trabajar con Andrés ha sido una “súper experiencia” para el baterista Octavio Cavieres:
“es bacán ver su crecimiento como compositor y cómo va cumpliendo las metas, es muy bueno proyectando las etapas del trabajo y de la banda”, cuenta el músico. No logró recordar algo malo en su relación, llevan tocando 6 años juntos: “lo peor de trabajar con Andrés… dame cinco minutos, no se me ocurre nada”, responde sonriendo.
Andrés le dedica 12 horas diarias a la música. Es su trabajo y su hobby. Cuando necesita
distraerse sale a pasear en bici con su perro Kafka. Sus días son bastante similares, suele
estar encerrado en su casa produciendo. “Soy ermitaño, prefiero estar metido haciendo
mis cosas y que no me molesten. Algún día quizás me arrepienta, pero hasta el minuto ha
sido súper funcional”, cuenta.
Andrés le teme al tiempo y calcula que le quedan 20 años de carrera. “Tengo 29 y el
tope absoluto de esto, si te mantienes en bien y sano, son 55 años. De ahí pa’ adelante
erí un viejo reviviendo los 70”, admite. No tiene licencia de conducir y tampoco piensa
sacarla: “anduve en longboard un tiempo, pero ahora me muevo en bici”. No le interesan
las motos, “porque tendría que sacar carné”, confiesa riendo. Admite que es un poco
por rebeldía y un poco parte de su discurso. Pretende morir sin haber sacado carné de
manejar, “a menos que las lucas me alcancen pa’ comprarme un Lamborghini”, bromea.
Astro ha surgido y con la banda también Andrés. “Yo era un huevón con hartos rollos
personales, tenía un nivel de inseguridad social heavy”, confiesa caminando hacia su
bicicleta. Admite que es autodestructivo, reconoce haber cumplido su “cuota de puchos”
de por vida y cree que le falta desarrollar habilidades sociales emocionales. “A veces soy
muy condescendiente y me paso a llevar a mí mismo”, cuenta.
En las letras de Astro hay solo imágenes directas. “A Astro le sobra poesía, lo que le falta
son clichés poéticos”, señala. Andrés compone y va sacando. “Freno las palabras que
encuentro que suenan cursi, los conceptos cursi. Todo lo que suene nice va a la basura”,
reconoce. Lo mismo hace con la música y está convencido de que esa es la razón del éxito
de la banda. “Me quedo solo con lo nuevo”, declara el artista.
“Astro paga”, asegura Andrés quien desde hace un año gana el dinero suficiente para
vivir de la música. No piensa en matrimonio, aunque a la Toti le gustaría. Hijos por ahora
tampoco, porque no es compatible con la carrera que está realizando. “Nos vamos a
arrepentir con la Toti cuando tengamos sesenta, nos vamos a querer pegar un tiro”,
ironiza.
Su escenario platónico: el Coachella en California. Su canción favorita de Astro: Mono
Tropical. Cumplió un “mini sueño”: tocar con Café Tacuba. “Cuando tenía 14 años escuché
un casette de ellos hasta que se rompió. Hace poco, en un festival en Panamá, Rubén
que es el vocalista de Caféta cantó ‘Ciervos’ con nosotros”, dice orgulloso. Ya le pican los
dedos, tiene que volver a trabajar. Se sube a su bici y se aleja pedaleando por Apoquindo
hacia el poniente.

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