Desde el sur

domingo, 15 de agosto de 2010 19:56 Publicado por las volas de la javi 1 comentarios

Llegue a un mundo nuevo, con edificios grandes y casa en el cerro, con trenes de asientos naranjos que vuelan por debajo de la tierra, con un centro siempre lleno de personas apuradas, con plazas lindísimas que esconden adolescentes disfrazados, ebrios de respuestas y de oportunidades, con iglesias cargadas de silencio y culpa. Llegue a un lugar gigante atravesado más en cuando que de vez por orugas que jamás serán mariposas, un lugar mágico que no duerme y que esconde tras cada esquina una sorpresa o a un asaltante. Aparecí así como de la nada, nadie noto que llegue y quizás nadie sepa cuando me vaya o que ya me fui. Llegue a este mar que es Santiago cargando conmigo más que las ganas el miedo. Porque siempre es difícil acostumbrarse a estar lejos de tu casa.
Santiago me recibió con su caluroso abrazo de marzo y me despidió llorando hojas de cafés verdosos movidas por el melodioso viento otoñal. Nunca me regalo una noche de estrellas fugaces aunque si muchas de luz, luz de semáforos y de faroles, luz de automóviles y de cigarrillos, luz de ampolletas y de luna. Santiago me mostró que el mundo gira rápido y sobre su mismo eje, me enseño que a veces el cemento gris puede brillar y hasta bailar al compás de las posas, en las que juegan niños y perros. Santiago me mojo mas de una vez, me llovió en sima, me lleno de lágrimas, se rió de mi al verme parada en una de sus tantas esquinas, mientras pasaba un relámpago rojo marca volks wagen que hizo volar una poza gigante y me mando de vuelta al departamento empapada como recién nacido.
Santiago jamás dejó de sorprenderme, lo quería tanto como lo odiaba, nunca supe realmente lo que él sentía por mí. Quizás era un puntito que corría más lento que los otros por entre las orugas y los trenes subterráneos, talvez era una niña más entre tantas que juegan a pisar hojas y dar vueltas en bicicleta. Puede que simplemente haya sido como cualquier mujer, sentada en alguna banca fumando un cigarrillo, leyendo algún libro, escuchando alguna canción o pensando en ti, mi Santiago querido, tan distinto, tan cambiante, tan inoportuno, tan intransigente, tan contaminado, tan ansioso, tan triste y alegre, tan irreversible, tan estrafalario, tan ambivalente, seco y mojado, mi querido santiago, tan brillante y gris, a veces tan azul. Así eras tu aquellas tardes de primavera, cuando paseaba mirando el suelo esperando encontrar una mariposa quizás o un billete de mil pesos que alguien haya dejado caer sin notarlo.
¿Piensas en mí de vez en cuando? Yo te recuerdo con cariño, ahora que llevo mas de 3 meses sin tener noticias tuyas. A veces leo el diario pero no es lo mismo. He soñado que vuelvo, que siento ese frío de mañana, el calor del metro, el atochamiento. He soñado que me duermo rendida dejando que afuera sigas funcionando sin poder acostumbrarme a tu ritmo indescanzable. Sueño contigo mi anhelado Santiago y tengo miedo de volver. Porque dime tú ¿Qué haría yo allá? ¿Guardas todavía un espacio en tu universo de ciudad para mí? Temo ser realista y saber que si pero no. En ti hay espacio para todos y para ninguno. No discriminas ni te encariñas, eres como “Dios”. Todo lo vez y a todos recibes, perdonas a quien te lo pida y castigas a quien se equivoca, todos saben donde estas pero nadie te ha visto. Santiago, santiago ¿Dónde escondes tu corazón de ciudad? ¿A quién le cuentas todo lo que vez? ¿Lloras por tus muertos y por tus vivos? Eres valiente Santiago querido, aunque en el fondo seas un niño que no entiende bien lo que pasa, aunque se te haya ido completamente de las manos la historia y dejes que las cosas ocurran rápidas y sin sentido. Cuenta conmigo, estoy lejos, ¿lo sabes? Pero te puedo mandar cartas un rato cada día, puedo cantarte con las horas del reloj y calar en tu corazón de ciudad un pozo profundo, sacar el veneno que han puesto sobre tu piel de cemento y recuperar esa inocencia que tanto echas de menos. Aquí estoy santiago, en mi sur buscando la manera de querer volver a ti, recargando mis energías para poder de alguna forma ser fuerte de nuevo, tener las mismas ganas e incluso el mismo miedo que la vez primera, cuando soñaba todas las noches con dejar una huella, en tu historia de ciudad.

Y me prendí otro cigarro...

17:11 Publicado por las volas de la javi 1 comentarios
Perdóname cielo de Santiago, por ser parte de lo que te tiene tan gris.

Trueque

viernes, 13 de agosto de 2010 12:44 Publicado por las volas de la javi 0 comentarios
Cansada de encontrarme con caras de hastío, decidí empezar a fijarme en los zapatos. Tuve la suerte de cruzarme con un par de zapatillas bien blancas, de esas que dan ganas de correr a pisarlas y gritarles a voz de cuello: ¡Remojo! Pero no pude, porque al subir la vista descubrí una inigualable cara de poto. Ayer me confesaron unos zapatos: “cuando la gente anda desprevenida, cambiamos”. Hoy lo comprobé: dos zapatitos de charol figuraban bajo la inmensa panza de un cuarentón de terno, al notar mi desconcierto me cerraron un ojo y siguieron su camino muertos de la risa.

baquedano, combinación a línea 4

12:40 Publicado por las volas de la javi 1 comentarios
Tengo una ciudad llena de estereotipos y conclusiones, un lugar plagado de puntos de vista, críticas al sistema y rasmillones en las rodillas. Suelo salir a pasear por este arcoiris cargado de Volvos y Toyotas. Me entretengo conversando con paraderos y esquinas que tiritan de frío, de miedo. Juego a dibujar sobre las grandes avenidas uno que otro volantín. Me siento a tu lado y escucho la música que explota desde tus audífonos. Critico a los lectores de horóscopo, sonrío a los niños que llevan globos y respiro el aire de los que siguen haciendo lo imposible (incansables, indestructibles, infinitos)