El Volcán de nuestros tiempos

miércoles, 15 de agosto de 2012 17:48 Publicado por las volas de la javi 1 comentarios

Durante toda su historia, la Iglesia Católica ha sufrido varios tropiezos de los cuales  ha sabido levantarse. La piedra que hoy la hace caer, ya no viene de los fieles-infieles, de falsas calumnias o enfermedades. Hoy, la crisis que intenta desmoronar a la Iglesia Católica, viene desde dentro.
            Los abusos sexuales cometidos por miembros eclesiásticos, han despertado la desconfianza de los fieles y de jóvenes que aún no tienen clara su postura frente a la fe. Es cierto que la iglesia está compuesta por hombres. Hombres que se equivocan y erran como todos los seres humanos, pero al ser estos miembros de algo más grande que sí mismos, tienen en sus espaldas una responsabilidad mayor que el de responder a sus propias conciencias. Como asegura Benedicto XVI:” Los casos de abuso en el ámbito eclesial son más graves que en otros ámbitos. Quien tiene una consagración más elevada tiene que  satisfacer también exigencias más altas“. (p.16)
            Los miembros del clero, son la cara visible del Dios católico en la Tierra. Son los pregoneros de la fe, que guían con su ejemplo a miles de almas que flotan en busca de consuelo y de luz en sus caminos. Sin embargo, éstas se encuentran de frente con realidades como la de los abusos sexuales a menores. Cabe entonces preguntarse: ¿Qué es lo que esta mal? ¿Dónde esta el problema?
            La respuesta, me parece, se remonta siglos atrás. Entre los años 300 y 324 se realizó uno de los primeros concilios, conocido como el Concilio de Elvira. En éste algunas leyes comenzaron a exigir el celibato. Existen otras historias que hablan de problemas ocurridos durante la época feudal. Algunas cuentan que muchos hombres salían a buscar tierras y pelear en guerras, dejando a sus mujeres solas. Al volver al hogar, se encontraban con sus mujeres embarazadas o con hijos que no eran suyos. Los padres de estos niños eran la mayoría de las veces sacerdotes. Por esta razón, los hombres comenzaron a ponerles a las mujeres cinturones de castidad y al partir se llevaban consigo la llave. Cientos de mujeres murieron por razones de higiene. La iglesia por su parte, viendo los comportamientos del clero decidió tomar medidas. Así entre 1545 y 1563, en el Concilio de Trento, se estableció de manera definitiva el celibato. Varias razones hay para esta ley, no sólo la antes mencionada. Una de ellas es, por ejemplo, que dicha medida surgió en respuesta a la reforma protestante, que permitía el matrimonio e incluso lo promovía.
            Dios, dice la Biblia, nos creó a su imagen y semejanza. Dios, creó al hombre y luego de su costilla creó también a la mujer. Dios, es amor. El hombre y la mujer están físicamente hechos para encajar, para unirse el uno con el otro y crear así la vida. ¿En qué parte de la historia se le prohíbe al hombre estar con la mujer? Creo que los abusos cometidos por miembros de la Iglesia Católica son una respuesta a este desencaje del puzzle de Dios. El hombre es un ser sexual, que si vive reprimiendo sus impulsos éstos en algún momento van a explotar, rompiendo consigo cuanto este a su alcance. Benedicto XVI al referirse a los abusos sexuales propone esta metáfora: “Realmente ha sido casi como el cráter de un volcán, del que de  pronto salió una nube de inmundicia que todo lo oscureció y ensució, de modo que el sacerdocio, sobre todo, apareció de pronto como un lugar de vergüenza, y cada sacerdote se vio bajo la sospecha de ser también así.”(p. 15)
            ¿Cómo es posible que un Dios que nos ama, nos niegue al amor? Los sacerdotes hacen un voto de castidad, y prometen amar solo a Dios, pero creo que cabe preguntarse: ¿Por qué el amar a Dios, no deja espacio para amar a una mujer o a un hombre en el caso de las monjas? Son humanos, quienes han escrito las sagradas escrituras y han reescrito e interpretado la palabra de Dios, también pueden equivocarse. Creo que nunca es tarde para volver a cuestionarse ciertos dogmas que están instalados, ciertas verdades rígidas que pueden ser las causantes de una erupción volcánica que oscurezca nuestra tierra.
            Durante siglos, sacerdotes y monjas han renunciado al amor carnal, al amor pasional entre un hombre y una mujer, ese amor que da como fruto un hijo, una hija. Sin embargo, son ellos mismos los que bendicen el matrimonio y hablan sobre él, pero… ¿No se han casado? ¿Cómo hablan del matrimonio sin haberlo vivido? El amor, es más que la teoría. El amor es todos los días, es peleas y gritos, es abrazos, es sentir en el otro que te devuelven la mitad que perdiste una vez, tu complemento. De ese amor inmenso nace un ser, que vive, que ríe y al cual miles de padres llevan a la iglesia y los dejan en las manos de sacerdotes en quienes confían. Pero hoy, hoy cuesta seguir confiando.
            Benedicto XVI en el libro “Luz del mundo”, comenta: “Es un pecado especialmente grave que alguien que, en realidad, debe  ayudar a los hombres a llegar a Dios, alguien a quien un niño, un joven se confía para encontrar al Señor, en lugar de ello abuse de él y así lo aleje del Señor.  De ese modo, la fe en cuanto tal pierde credibilidad, la Iglesia no puede presentarse más de forma creíble como mensajera del Señor. (p. 16)
            Dios es amor, un niño es amor, un hombre y una mujer se aman. Un hombre de fe, que ama a Dios y que llega a cometer un abuso sexual, puede ser simplemente que necesite a su lado la costilla que le falta.