Mas alla de los titulares

martes, 30 de agosto de 2011 10:44 Publicado por las volas de la javi 0 comentarios

Hoy en día nos vemos enfrentados a noticias que llaman a dejar de leer. La gran mayoría de los diarios de nuestro país son -por decirlo menos- aburridos, tediosos, reiterativos y homogéneos. Sin duda cada editorial tiene su línea –eso no lo niego- pero si miramos la Hora, el Publimetro, las Últimas Noticias, el Mercurio, el Austral o la Tercera, por nombrar algunos de los diarios más leídos del país, nos vamos a encontrar con un sin fin de las famosas e infaltables “pirámides invertidas”.

La pirámide invertida sin duda tiene en sí bastantes beneficios, pero hoy en día con la televisión y el Internet, estos beneficios van en picada y surgen desde lo hondo del mar de las noticias, una cantidad casi aberrante de carencias, de déficit.

El telégrafo ya no va a perder su señal, el editor ya no corta el texto en cualquier parte, ahora cada periodista sabe cuanto espacio tiene; el tipo que trabaja en la agencia ya no hace el titular, dígame entonces usted –querido lector- ¿qué es lo que nos tiene todavía haciendo pirámides invertidas?

El periodismo esta estancado, esta pegado en el barro de la comodidad, esta hundido hasta el cuello en las palabras fáciles, en las estructuras fáciles, porque sin duda es muchísimo más sencillo seguir eternamente haciendo pirámides invertidas. Basta de pensar que el lector es tonto, que hay que darle toda la información de primera. Creo que es momento de dejar que quien lee “configure por si mismo –a partir de la suma de los significados particulares de cada proposición- el contenido semántico global de ese texto y su sentido”.(n.8) Es más, podríamos dejar de necesitar periodistas, porque –sin afán de insultar a nadie- no hay que ser muy “vivaracho” para confeccionar una de esas pirámides famosas. Y digo confeccionar porque el término en si me recuerda a los juegos que hacíamos todos cuando niños, las figuritas de papel con forma de pirámide que se tomaban con las manos y podían abrirse/cerrarse dando resultados diferentes: “dime un número” y a contar. Luego del conteo, quien decía el número, debía elegir uno de los triángulos del interior de la pirámide y ahí podía encontrarse con: “cara de sapo”, “eres bonita”, “comete un moco”, entre otras.

Hoy los periodistas hemos dejado de jugar con las letras, hemos dejado de apropiarnos de las noticias y las contamos como si fuéramos parte de la inmobiliaria del lugar, como si fuéramos un poste más en la calle, observando el hecho y narrándolo de la manera más objetiva y neutral posible. Pero ¿A quién queremos engañar? A la hora de escribir los hechos, cada uno lo hace desde sí, y le imprime al mismo tiempo un sello. La pirámide invertida “no cumple con la función que se le asigna: vehicular sólo hechos, sin valoraciones. Primero porque no existe una estructura textual narrativa capaz de cumplir esa condición: todas son significativas. La mera yuxtaposición de elementos, por muy aséptica que se presente, activa una serie de relaciones de coherencia entre esos elementos”. (nº8) La objetividad del periodista NO EXISTE, no puede existir, porque –gracias a Dios- todo lo que ve y luego escribe, tiene que pasar por él. Entonces, si ya va a tener una connotación por el solo hecho esta estar redactada de una manera o de otra, si va necesariamente a pasar por uno mismo, pongámonos los pantalones colegas todos, y démosle la connotación que se merece. Hagámonos parte de lo que relatamos, seamos responsables de nuestras palabras, “mojémonos el potito”, busquémosle una segunda vuelta a la pirámide invertida. Podemos querer ser objetivos quizás, pero no tenemos porque “ocultar el proceso de mediación entre realidad y texto”.(nº8)

Es fácil criticar a la audiencia, y decir que éstos solo se interesan en trivialidades y farándula. Señalar que: “entre las nuevas estrategias para captar público, los medios han acudido, por ejemplo, a incorporar en sus pautas temas mas livianos que sustituyen lo informativo por la entretención, exacerbando los aspectos emocionales”. (Valor agregado periodístico p.16). Pues a la hora de enfrentarse a la información, nos encontramos de frente con una pared de cemento fría, sin textura y poco llamativa. Nos invitan a tomarnos una sopa desabrida y luego nos critican pues preferimos la comida chatarra. Dejemos de decir que las masas sólo se interesan en la farándula y pongamos la responsabilidad en nosotros. Empecemos a entregar noticias frescas, llamativas, pero desde un punto de vista de la redacción, de la forma de escribir. No podemos vivir culpando al resto de nuestra falta de sabor, pongámosle pimienta a nuestra sopa de letras y seguro veremos un cambio en los gustos de nuestros lectores.

Como es que esperamos que los lectores quieran terminar la pagina, intrigados por saber que sigue, si vivimos entregando textos redundantes. Cómo podemos pedirles que valoren el segundo párrafo o el final del escrito, si este prácticamente no dice nada nuevo, si es impersonal, si no llama a la empatía o al enojo, si no provoca en quien lee absolutamente nada. Peleemos porque ellos, porque nosotros, aprendamos a “leer hasta abajo”. Nos emocionemos, nos indignemos , nos alegremos con una noticia contada por un yo, un yo cualquiera pero no un “anónimo”, no una tercera persona vacía e insípida que no es capaz de entregar ni una mísera valoración, pero que narra de manera tal que su texto, su pirámide invertida “supone, por el orden que la rige, una particular coerción al lector: se le indica cómo debe leer el texto e incluso qué debe entender de esa lectura, en la medida en que se adelanta su macroestructura semántica al titular”. (nº8)

Creo que llego nuestro momento, esta en nuestras manos salvar al periodismo de la mediocridad. Somos gente joven, llena de ideas y de proyectos, tenemos vitalidad y fuerza. Así que metámosle sabor, conectores, comas, signos de exclamación y puntuación, metámosle literatura y poesía, porque la vida esta llena de eso. Busquemos y démosle sentido a eso que escribimos, dejemos de lado la cantidad y saltemos de lleno a la calidad. Hagamos un esfuerzo, no importa que el sueldo sea poco o que haya que vivir apretándose el cinturón, si al final del día pudimos lograr -con esfuerzo y creatividad- que nuestros lectores llegasen más allá de los titulares.